14 feb 2013

Tetrammeron, de José Carlos Somoza

Tetrammeron, de Jose Carlos SomozaHoy os traigo un libro que se presenta dentro de una caja de color caoba con una cerradura en el centro. O tal vez no es color caoba sino rojo, rojo erotismo y rojo sangre, aunque puede que también azul abismo, negro umbría y blanco abandono. Tetrammeron (Seix Barral, 2012), la undécima novela de José Carlos Somoza, es una de las más extrañas, inquietantes y maravillosas que he tenido el placer de devorar este año. Se trata de mi primera incursión al universo oscuro de este autor, y con ella me ha ganado para siempre. Como la protagonista de la novela, yo ya he dado un paso que se me hace imposible deshacer.
 
Me siento al ordenador y las ideas se me traban en la mente. Por primera vez me cuesta horrores arrancar una reseña. ¿Cómo describir la desazón, la atmósfera opresiva, la belleza de la maldad, la inocencia mutilada, la devastación de la niñez? Respuesta: no se puede. Para acceder al mundo de Somoza, no hay otro camino que leer a Somoza.
 
Tetrammeron narra la historia de la niña Soledad, o de los últimos instantes de Soledad en cuanto niña. Durante una excursión del colegio atraviesa una puerta que no debe, la puerta del sótano de una iglesia; una puerta prohibida que la conduce a todo un cosmos de prohibiciones contenido en una habitación subterránea y regentado por cuatro misteriosos cuentacuentos. Así comienza un perturbador descenso al abismo de marcado carácter sexual en el que los cuatro alegóricos personajes van despojando a la niña de tal epíteto al tiempo que la sustraen también de sus ropajes, cuento a cuento, palabra a palabra, puñalada a puñalada. Toda infancia se aboca irremediablemente a su propia destrucción, parece revelarnos Somoza. Destrucción con renovación en forma adulta, pero destrucción al fin y al cabo, dolorosa y temible. Irreversible.
 
El título de la novela, Tetrammeron, refiere en línea recta al Decamerón de Bocaccio. Su estructura es similar: historias engarzadas en un hilo narrativo común. Sin embargo, sospecho que su inspiración no hay que buscarla en la obra magna del humanista italiano, no al menos de forma directa, ya que su verdadera referencia parece ser El círculo de Jericó de César Mallorquí (una de las mejores antologías de autor único jamás publicadas en castellano). Los elevados paralelismos entre ambas trascienden toda casualidad, más aún intuyendo que ambos autores se conocen. Así y todo, Tetrammeron no se limita a ejercer de mero pastiche, sino que parte de la idea general de Mallorquí para crear algo distinto (no mejor ni peor; solamente distinto). Por ejemplo, tanto El círculo de Jericó como el Decamerón o Los cuentos de Canterbury constituyen antologías de relatos, mientras que el Tetrammeron es sin duda una novela, un rosario narrativo hilado de pequeñas cuentas interrelacionadas. Los relatos no funcionan del todo solos, sino como parte de un conjunto. Es al irlos leyendo y establecer las conexiones cuando uno va exhumando el significado global. Historias en apariencia muy distintas se revelan conectadas, como "La decoración", "La boda de la señora Boj" y "Corpus Christi" (tres de los mejores cuentos), en las cuales se acomete el tema del sacrificio desde una perspectiva cada vez más radical. O "El espíritu Curie" y "Partículas", donde se descubre lo grande e indestructible que es el mal precisamente por ser diminuto, tan minúsculo que se halla injertado en todas las cosas, que forma parte intrínseca del universo; también del universo personal, tanto físico como emocional, de cada uno de nosotros.
 
El mal, ese es el tema principal de la novela. El libro ahonda en la naturaleza del mal, el mal como necesidad, el mal como juego, el mal como capricho y, por supuesto, el mal como filia y erotismo. Cada cuento aborda una de las caras de lo maligno, y todos ellos juegan con el recurso emotivo de enfrentar el mal con la antitética figura de la infancia, tan frágil e inocente. Lo cual podría denunciarse como una trampa fácil en manos de un autor con menos recorrido, pero Somoza es un maestro que renueva los clichés con una pátina de extrañeza, sordidez, tinieblas, sensualidad, delirio. Para alcanzar tales proezas, Somoza se vale del símbolo. No presenta los hechos e ideas tal cual, sino que los esconde bajo un tupido sudario de simbología. La novela, ya caja y rosario y braguita y diagnóstico de lo perverso, puede definirse asimismo como una extensa colección de símbolos, no paralelos sino jerárquicos, símbolos dentro de símbolos dentro de símbolos como los cofres que la novela nos anima a abrir en un juego metaficcional de matrioskas literarias. Cuentos dentro de cuentos dentro de cuentos… Pura delicia abisal.
 
La novela, para colmo de alabanzas, goza de otras muchas virtudes. La atmósfera, ya se ha insinuado, es sugerente, angustiosa, lasciva y terrorífica, uno de los grandes puntos fuertes de la obra y casi excusa suficiente para leerla. Tetrammeron también tiene el acierto de glorificar la tradición oral al tiempo que la retuerce y la emponzoña. Su estilo, además, me ha resultado un tanto curioso (otro aspecto que me ha sorprendido de la novela), porque de algún modo es extremadamente sencillo y subrepticiamente complejo. Fluye con elegancia musical y me atrevería a decir que casi con facilidad de best seller, y sin embargo no escatima en pasajes líricos y frases demoledoras que son como mazazos en el corazón o vértigos en el estómago.
 
Concluyo con un principio, con el de uno de los cuentos, y ya me diréis si no recibís vosotros también ese vértigo o mazazo:

«Allí, en Cavennes, hay historias. En todos los pueblos las hay, pero en Cavennes hay tantas y tan fantásticas que cansan a la verdad, la derrotan por agotamiento. Uno acaba creyendo que la verdad y la mentira no existen en Cavennes. Porque, allí lo saben, ambas son solo dos historias más, intercambiables, y cuando pasa el tiempo suficiente, incluso igual de verídicas.»

4 comentarios:

  1. por favor pedi la novela no de que trata si me comprenden no?????????????
    pero aun asi esta muy bien esta gran reseña ok???????????????????

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    1. Gracias por el comentario, sr. Anónimo, y por tus felicitaciones.

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  2. A mí el señor Somoza me ganó para siempre hace tiempo. De hecho, es de los pocos autores que sigo con regularidad. Y mire por dónde, este libro aún no lo tengo. Va a ser de los próximos en caer a mis manos, de manera irremediable, me temo. Muchas gracias por su reseña, señor Merino. Contribuye con creces a incrementar mi deseo.

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    1. A mí me ha pasado justo al contrario: no había leído nada de Somoza y con este libro lo he descubierto, y también yo me he rendido a su prosa. Y sobre todo, a su talento para la ambientación.

      Gracias a usted por el comentario, lady Cipré. Y por favor, se lo ruego, tutéeme. ;-)

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